jueves, 20 de noviembre de 2014

ESE niño, el niño ESE.

Esta carta escrita por Amy Murray maestra de infantil en Canadá, traducida y publicada por la autora del blog Una Madre de Marte (#recomiendo), está corriendo a la misma velocidad de los "dimes y diretes" pero con un resultado mucho más positivo. Os dejo con la lectura, más abajo mis comentarios...

"Queridos padres:
Lo sé. Estáis preocupados. Cada día, vuestro hijo llega con una historia sobre ESE niño. El que está siempre golpeando, empujando, pellizcando, molestando, quizás incluso mordiendo a otros niños. El que siempre va de mi mano en la fila. El que tiene un lugar especial en la alfombra, y a veces se sienta en una silla en vez de en el suelo. El que tuvo que dejar de jugar con bloques porque los bloques no son para lanzar. El que se subió a la valla del patio en el momento exacto en el que yo le decía que parara. El que tiró la leche de su compañero al suelo en un arranque de rabia. A propósito. Mientras yo le miraba. Y luego, cuando le pedí que lo limpiara, vació la caja de pañuelos ENTERA. A propósito. Mientras yo le miraba. El que soltó la más terrible palabrota en la clase de gimnasia.
Os preocupa que ESE niño desmerezca el aprendizaje de vuestro hijo. Os preocupa que absorba mucho de mi tiempo y energía, y que vuestro hijo salga perdiendo. Os preocupa que algún día le haga daño a alguien. Os preocupa que este “alguien” pudiera ser vuestro hijo. Os preocupa que vuestro hijo empiece a usar la agresión para conseguir lo que quiere. Os preocupa que vuestro hijo empeore sus resultados porque quizás yo no me dé cuenta de que le cuesta sujetar el lápiz. Lo sé.
Vuestro hijo, este año, en esta clase, a su edad, no es ESE chico. Vuestro hijo no es perfecto pero suele seguir las reglas. Es capaz de compartir los juguetes sin pelear. No lanza muebles. Levanta la mano para hablar. Trabaja cuando es la hora de trabajar y juega cuando es la hora de jugar. Se puede confiar en que vaya directamente al baño y regrese sin engaños. Cree que las peores palabrotas son “estúpido” y “tonto”. Lo sé.
Fijaos, me preocupo todo el tiempo. Sobre TODOS ellos. Me preocupo por las dificultades de vuestro hijo con el lápiz, por cómo lee las letras otro, por la timidez de esa chiquitina, y porque hay otro que lleva siempre la caja del desayuno vacía. Me preocupa que la chaqueta de Gavin no abrigue lo suficiente, y porque el padre de Talitha le grita por dibujar la B del revés. La mayoría de mis desplazamientos en coche y duchas las dedico a estas preocupaciones.

Pero, lo sé, quereis hablar sobre ESE niño. Porque la B invertida de Talitha no le va a poner un ojo morado a vuestro hijo.
Yo también quiero hablar de ESE niño, pero hay muchas cosas que no puedo contaros.
No puedo contaros que le adoptaron en un orfanato a los 18 meses.
No os puede decir que está haciendo una dieta para descartar alergias alimentarias, y que tiene hambre TODO EL TIEMPO.
No os puedo contar que sus padres están en medio de un horrendo divorcio, y que está viviendo con su abuela.
No puedo contaros que empieza a preocuparme que la abuela beba…
No te puedo contar que la medicación para el asma le agita.
No puedo contaros que su madre es monoparental, y por esto entra en el colegio cuando abre la acogida matinal y se queda hasta la acogida vespertina, y después el viaje hasta casa les lleva 40 minutos y por esto duerme menos que muchos adultos.
No puedo contaros que ha sido testigo de violencia doméstica.
De acuerdo, decís, entendeis que no puedo compartir información personal o familiar. Sólo queréis saber qué estoy HACIENDO al respecto de su comportamiento.
Me encantaría decíroslo. Pero no puedo.
No puedo contaros que va a logopedia, que han descubierto un retraso severo del lenguaje y que los terapeutas piensan que las agresiones tienen que ver con la frustración por no ser capaz de comunicarse.
No puedo contaros que me veo con sus padres CADA semana, y que ambos habitualmente lloran en estas reuniones.
No puedo contaros que el niño y yo tenemos una señal secreta con las manos para que me diga cuando necesita sentarse solo un rato.
No puedo deciros que pasa el descanso acurrucado en mi regazo porque “me hace sentir mejor oír tu corazón, señu”.

No puedo contaros que he estado rastreando meticulosamente sus incidentes agresivos durante 3 meses, y que se han reducido de 5 incidentes al día, a 5 por semana.
No puedo contaros que la secretaria del colegio ha aceptado que le mande a su despacho a “ayudarla” cuando me doy cuenta de que necesita un cambio de escenario.
No puedo contaros que me he puesto de pie en una reunión de docentes y que, con lágrimas en mis ojos, les he ROGADO a mis compañeros que le echen un vistazo extra, que sean amables aunque se sientan frustrados de que haya vuelto a pinchar a alguien, y esta vez, JUSTO DELANTE DE UN PROFESOR.
El asunto es que hay TANTAS COSAS que no puedo contaros sobre ESE niño. Ni siquiera lo bueno.
No puedo contaros que su trabajo en el aula es regar las plantas y que lloró con el corazón roto cuando una de las plantas no sobrevivió a las vacaciones de Navidad.
No puedo contaros que despide a su hermanita con un beso cada mañana, y le susurra “eres la luz de mi vida”, antes de que mamá se aleje con el carrito.
No puedo contaros que sabe más sobre tormentas que muchos meteorólogos.
No puedo contaros que a menudo se ofrece para sacar punta a los lápices durante el recreo.
No puedo contaros que estruja al pelo de su mejor amiga en el descanso.
No puedo contaros que, cuando algún compañero llora, cruza el aula para ir a buscar su cuento favorito desde el rincón de las historias.

El asunto es, queridos padres, que solo puedo hablaros de VUESTRO hijo. Así, lo que os puedo decir es esto:
Si nunca, en cualquier momento, VUESTRO hijo se convierte en ESE niño…
No compartiré vuestros asuntos personales con otros padres de la clase.
Me comunicaré con vosotros con frecuencia, y con amabilidad.
Me aseguraré de que haya pañuelos cerca en nuestras reuniones, y si me dejais, os sujetaré la mano mientras lloráis.
Defenderé que vuestro hijo y vuestra familia reciban los servicios especializados de mayor calidad, y cooperaré con estos profesionales en la mayor medida posible.
Me aseguraré de que vuestro hijo reciba amor y mimos extras cuando más lo necesite.
Seré la voz de vuestro hijo en la comunidad escolar.
Seguiré, pase lo que pase, buscando y descubriendo, todas las cosas buenas, asombrosas, especiales y maravillosas de vuestro hijo.
Os recordaré a él y a VOSOTROS de estas cosas buenas asombrosas especiales maravillosas, una y otra vez.
Y cuando otro padre se acerque, con quejas sobre VUESTRO hijo…
Le contaré esto, una y otra vez.
Con mucho cariño,
La maestra."
Lo que realmente me asuste es el comentario que hace esta madre en la en la introducción del post: "Me tocó muy de cerca. Ese niño, el que pega, el que interrumpe, el que molesta… es, muchas veces, alguno de mis hijos. Ojalá sus maestros hubieran tenido la mirada de la maestra que escribió esta carta."
ESOS niños son, entre muchas otras cosas, la razón por la que amo esta profesión. Es duro, complicado, tener un ESE o más de uno en tu aula. Es más duro aún si la familia no tiene "los medios" o las posibilidades de ayudarle. Pero es tan terriblemente gratificante, enriquecedor, poder ayudar a ESOS niños. 
Sé que soy muy repetitivo, pero la primera arma que siempre he usado ha sido el cariño, por lo normal son niños y niñas que "sólo" reciben feedback negativo y pocas veces encontramos las cosas que hacen bien... Cualquiera que sea su problema, su dificultad, nosotros, desde el colegio, debemos hacer que ESE niño crea en nosotros y, sobre todo, crea en él. El cambio que pueden llegar a experimentar a partir de la primera felicitación pública, a partir de que saben que estás para ayudar, suele ser directamente proporcional a su baja autoestima. Pero os aseguro que da resultado.
El trabajo codo con codo con la familia, con el equipo de orientación, con el resto de docentes y con el resto de alumnos es fundamental para llevar a buen puerto todo ese trabajo. El punto de inflexión llega cuando OTROS padres inculcan a sus hijos, pues si ESE te molesta..., pues si ESE te pega..., Y entonces ahí, hay que volver a empezar. Y sé que es difícil como padre escuchar a tu hijo o hija quejarse de ESE casi a diario, pero como tales deben demostrar que son capaces de solucionar las dificultades como adultos y confiar en el equipo docente que trabaja con ESE niño. Así, y sólo así, con la ayuda de todos conseguiremos que ESE niño sea más feliz y, por lo tanto, todos sus compañeros también lo sean.
Yo no tengo una varita mágica, pero sí sé que funciona, que como dice la autora del blog en uno de los comentarios, no hay ningún niño malo. Hay malas épocas, malas rachas, malos diagnósticos y muchos miedos. 
Espero que nadie haya entendido esto al revés, y crea que no se regaña, no se le ponen consecuencias a sus actos. Pero eso es lo "fácil" y a lo que se acaban acostumbrando. Lo difícil es buscar, o rebuscar, aquello a lo que aferrarnos para poder sacar oro, petróleo, de situaciones caóticas. Y siempre existen casos y casos, para todos ellos la ayuda de los profesionales será útil y necesaria.
Y sí, lo voy a decir, me da igual que aprendan o no a multiplicar, que lo harán. Pero será más fácil que lo consigan cuando hayan aprendido a quererse, hayan encontrado su hueco, hayan oído que también hacen cosas bien, que las ETIQUETAS han desaparecido y hayan descubierto qué es aquello que hacen bien.
La recompensa puede ser que ESE niño sea feliz, y disfrute, en la medida de lo posible, de todo lo bonito que tiene el colegio y su infancia.
Para mí, la recompensa ha sido verles sonreír, verles encajar, verles hacer amigos e, incluso, hacerse populares. La recompensa es que da igual los años que hayan pasado, todavía me encanta escucharlos y ellos me escuchan. Que cuando dejan el cole o lo tengo que dejar yo, te dan las gracias. Cuando sus familias te recuerdan, incluso unos cuantos años después lo agradecidos que están. Cuando alguno de ESOS niños geniales que nos encontramos todavía piense que has sido su mejor profe... "es un poco raro, pero me entendía".
Perdonadme si hoy puse más corazón que cabeza...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es Vivir